miércoles, 2 de noviembre de 2016

MISA MULTITUDINARIA. El Papa Simplicio convocó a los cristianos a la misa en la Iglesia de San Pablo


El Papa Simplicio celebró una misa en la Iglesia de San Pablo en Roma, junto a diez mil creyentes, dejando de lado la caída del Imperio y reviviendo el latín, que une a todos los creyentes por medio de un idioma común.

El Papa Simplicio consagrando la hostia
 antes de que las personas comulguen.

       (Agencia de noticias: ANR: Agencia de noticias de Roma) El miércoles 6 de mayo, el Papa Simplicio realizó una misa multitudinaria en la Iglesia de San Pablo en Roma; los concurrencia fue   la más numerosa que se haya visto. A este evento, asistieron 10 mil personas de todo el caído Imperio romano. La misa se celebró como había pensado el Obispo de Roma, y su idea fue todo un éxito, ya que todos revivieron la unidad espiritual entre los católicos de todo el antiguo imperio: el latín. Aunque en las distintas regiones de lo que fue el Imperio Romano tienen distintas variaciones de la lengua, todos entendieron al  Santo Padre; es muy probable que la caída del Imperio favorezca a enriquecer la antigua lengua romana.

       En marzo de 476, el Papa Simplicio, tuvo la idea de realizar una misa multitudinaria para revivir el latín en el antiguo Imperio. Esta era una gran idea porque el latín es y fue el idioma predominante en todo el mediterráneo por más de 500 años. Después, comunicó a dos obispos su idea, a quienes les pareció excelente. Hasta ese momento los tres curas eran las únicas personas que conocían el plan,el cual debía mantenerse en total secreto para no arruinar

       Simplicio envió heraldos a comunicar la noticia por todas las costas del mediterráneo donde solía extenderse el Imperio Romano. Los mensajeros avisaron a cientos de personas sobre la misa en la enorme Iglesia de San Pablo en Roma, el seis de mayo de ese mismo año al mediodía. Ellos no informaron a nadie sobre la idea del Papa, es decir, era un total misterio para los feligreses.

       Luego de escuchar la noticia, la gente estaba sorprendida por el mensaje que les habían transmitido. De las personas que recibieron el mensaje, solo once mil dijeron que iban a ir a la Iglesia. Los creyentes que vivían más lejos de Roma ya se comenzaban a preparar para la larga peregrinación hacia la ciudad.

       A fines de marzo y en abril, los cristianos comenzaron la peregrinación hacia Roma, cargados de cosas, ya que se quedarían algunos días en la ciudad. En el recorrido hacia Roma, las diferentes personas, que además iban por distintos caminos, se preguntaban para qué se haría esta misa o también por qué se iba a hacer. Mientras transcurría el viaje un creyente dijo: “Presiento que esta misa unirá a los cristianos, esto no podría haber ocurrido con el Imperio en pie, ya que había habido muchas obstrucciones”. Por estas dudas entre los creyentes  algunos decidieron que no irían por temor a los bárbaros que ya habían asediado Roma tantas veces en el último siglo.

       Mientras las personas viajaban, el Papa Simplicio, junto con otros obispos y sirvientes hacían los preparativos para la misa. Consiguieron todos los objetos necesarios y todos los elementos para la Eucaristía (vino y los ingredientes del pan). Un día antes, ya estaba todo listo; se haría al mediodía, como se había comunicado a los cristianos, anteriormente.

       El seis de mayo al mediodía, se celebró la misa como se había arreglado. El celebrante fue el Papa Simplicio, quien leyó y habló en latín a diez mil personas que llenaban el atrio, y los alrededores de la Iglesia de San Pablo. Al terminar, la gente comenzó a comunicarse entre sí; algunas personas dijeron: “Gracias a la caída del Imperio se puede realizar esta misa, ya que anteriormente tanta revuelta hubiera sido reprimida”. Las personas jamás imaginaron que esa misa los uniría siendo tan distintos, todos se comunicaban utilizando el latín y eliminaron esos pensamientos de que haya una lengua totalmente igual en todo el antiguo Imperio Romano de Occidente. La idea del Obispo de Roma había sido todo un éxito, y como él quería, revivió la lengua de la antigua Roma, enriqueciendo la cultura romana, pero no reviviendo a su Imperio.

       Muchas personas se quedaron algunos días en Roma y pidieron a Simplicio que dentro de seis meses se haga otra misa multitudinaria. Él aceptó y acordó la misa para el 6 de noviembre. El Papa se ofreció a que lo entrevisten y dijo que no era importante el Imperio, sino que se preserve su cultura y que no muera su lengua: el latín. Su idea había sido todo un éxito, unió a muchos cristianos, por medio del latín, pero aceptando a la vez su diversidad. Hubo muchas personas que dijeron que era bueno que haya muchas variaciones así el latín se convertiría en un idioma fuerte y diverso. Luego, los feligreses volvieron a sus hogares, pero totalmente cambiados y con una gran experiencia para contar.

La misa.

       El Papa Simplicio fue recibido afectuosamente por los cristianos presentes en la Iglesia. Luego de hacer la señal de la cruz y los ritos iniciales, leyó directamente el Evangelio, dejando de lado dos lecturas. Evidentemente su explicación, es decir, la homilía, conmovió a las personas presentes. Tras rezar el Credo, y hacer la liturgia eucarística, es decir consagrar el pan y el vino, las personas recibieron la Eucaristía. Finalmente, el Obispo de Roma hizo la bendición final, y envió a todos en paz. La misa fue celebrada correctamente y en latín, todas las personas entendieron al Papa lo que generó una  gran alegría en él.

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